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Una visita por error… un recuerdo de por vida

 

Se llamaba Juan Julio Domingo antes de que fuera arrestado por la policía, ahora es el preso numero 3452-A. Su único delito fué ser padre. Bueno, quizás se extralimitó un poco cuando intento ver a sus hijos aquella mañana de Agosto cuando no le estaba permitido y se los llevo a pasear hasta la alameda central. Pero eso no sería ningun delito a menos que estuviera casado con Frida, la hija del procurador del estado. Eso creo, sí fué un delito… o un error.
JJ Domingo como le decían sus amigos cercanos se casó – ¿o lo cazaron? – en los primeros meses de hace siete años, la fecha fatídica nadie parece recordarla, salvo sus dos pequeños hijos Juanito y Frida que nacieron un par de años después con diferencia apenas de un año cada uno y que vivieron felices hasta que les llego la hora de enfrentar el divorcio de sus padres.
La versión de Frida no es extraña. Más bien común, se diría en la comunidad del anillo, como les dicen a las divorciadas en mi ciudad natal, por que lo que ella argumentaba es que JJ la trataba “mal”. Pero ¿Qué es mal? dijo la madre de JJ cuando se apareció aquella tempestuosa mañana de septiembre en el juzgado cuarto civil donde se tramitaba el tortuoso divorcio. Nadie supo que responderle hasta que llamaron a los “testimonios” y entonces escucho de la propia boca de su exnuera aquellos maltratos desmerecidos.
JJ llegaba borracho y la maldecía con frecuencia; nunca le levanto la mano para golpearla, pero las discusiones se elevaron de tono innumerables veces al grado de que tuvieran que salir de la casa alguno de los dos para no llegar a los golpes. La dejaba sin dinero para los gastos de la casa, los alimentos. La amenazaba de muerte. La vigilaba por el teléfono y cuando trataron de ir a terapia, ninguno de los dos asistió a la segunda reunión aunque en la primera se juraron amor eterno y una nueva “oportunidad” de corregir lo incorregible.
¿Por qué JJ sigue en cárcel? pregunta su anciana madre de 87 años con un mal cardíaco, los ojos inyectados y la mirada suplicante “¿Por qué si sólo iba a ver a sus dos pequeños?”
El abogado de ella, un tipo bien vestido, mancuernillas de oro puro, corbata de marca y pequeños lentes con arillos dorados a juego con el traje, corbata y mancuernillas intentó explicarle a la anciana en un lenguaje lo más educado y amable posible que su  hijo había violado el acuerdo pre-divorcio y se había llevado a los chicos sin el permiso expreso de su madre además de que la había vuelto loca pensando que los secuestraría. Lo cual, a su juicio personal, ameritaba la carcel para evitar que se convirtiera en un peligro para la sociedad y para sus hijos.

Cuantas veces no he escuchado historias similares o peores que las de JJ que la mayoría de las ocasiones solo termina por perjudicar tanto a los hijos como el proceso de Divorcio. Lo comentamos a profundidad en la Lección 5 del Manual del Padre Divorciado “¿Si quieres aumentar tus problemas?” donde comentamos sobre el impacto que tiene este tipo de decisiones con los procesos de divorcio. El caso de JJ se resolvió con su liberación posterior, pero los subsecuentes problemas que ello trajo en todo el juicio de divorcio nadie los previó y aún ahora no puede ver a sus pequeños, seguramente lo hará en el futuro pero con la marca imborrable en sus mentes cuando la policía se llevo preso a su padre.

Septiembre, 2015

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